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Treinta años de neoliberalismo en América Latina

bromselick

8/28/2006 6:51:00 PM



Marcos Roitman,
La Jornada --

Tratados de libre comercio y valoraciones encubren su quehacer. Han
transcurrido cuatro décadas y el camino trazado por sus estrategas,
los que reparten el poder y producen ideología siguen impertérritos
ante los resultados obtenidos. Un sesenta por ciento de la población
mundial vive en condiciones de miseria y pobreza extrema, aumentando la
desigualdad social y económica. El deterioro del medio ambiente se
acelera, haciendo peligrar flora y fauna, y transformando en mercancía
todo cuanto está a su alcance: el agua, el viento y el sol. La
violación de los derechos humanos se generaliza. Se corre un tupido
velo sobre el trabajo infantil, la semi-esclavitud y la siniestralidad
laboral.

En esta dinámica, las enfermedades producidas por el alto grado de
toxicidad en la producción textil, la maquila, la agricultura y la
minería se han disparado en los 30 años recientes. El cáncer y las
dificultades respiratorias amenazan diariamente la vida de cientos de
miles de trabajadores. Lugar destacado ocupan los homicidios laborales,
donde la responsabilidad del empresario se encubre bajo la doctrina de
abaratar costos y maximizar beneficios. El resultado: muertes sin
juzgar, donde se culpa al trabajador y se exonera al empresario, ser
impoluto y generador de riqueza. Son los Slim en México; Fernando
Flores y José Luis Piñera en Chile; Cisneros en Venezuela, o Pelas en
Nicaragua. Pero para el homicidio de un trabajador, encubierto
eufemísticamente bajo la denominación genérica de accidente laboral,
la ley no prevé responsabilidades civiles y penales subsidiarias. Los
empresarios no irán a la cárcel por un delito de imprudencia
temeraria.

El capitalismo neoliberal se construye sobre las manos, los pies, los
ojos, las orejas y los senos amputados a los trabajadores en acto de
servicio, en el tajo, mientras laboraban con peligrosidad y sin la
debida protección. Ellos, no otros, sufragan mansiones y la vida de
placer y lujo de los multimillonarios, prologados por Carlos Fuentes.
Son tantas las mediaciones, que se pierden los vínculos existentes
entre capitalismo y explotación.

Presenciamos la destrucción de la ciudadanía. Asistimos a una
desarticulación del ejercicio democrático. El liberalismo político
arraigado en la teoría de la justicia distributiva y la desigualdad
positiva no cumple con sus promesas. El mercado no genera consumidores
responsables, solidarios y competitivos. Tampoco garantiza una
movilidad social ascendente. Ni la educación es sinónimo de mejora en
estatus y calidad de vida. Los mas preparados desempeñan trabajos por
debajo de su cualificación. Las nuevas tecnologías requieren robots
alegres, de comportamientos simples y disciplinados. El conocimiento no
es buen compañero de viaje, supone crítica. El estado social de
derecho concebido desde el mercado es un fraude. Existe una gran
distancia entre su teoría y su práctica. Las tesis de Hayek, Von
Mises, Rawls y sus acólitos son mitos políticos. Ninguna de las
premisas del neoliberalismo se cumple. No hay país en el mundo donde
se practique y se obtengan los resultados previstos.

La realidad del neoliberalismo y sus ideas emanadas de la teoría de
juegos, el pensamiento sistémico y la sociobiología, sólo pudo
imponerse por la fuerza a partir de los años 70 del siglo XX, y hoy se
mantiene por la violencia. Fracasa en todos los ordenes: el económico,
el político, el social, el cultural. No hay por donde cogerlo. Reagan,
Teacher, Pinochet, Salinas de Gortari, Felipe González, Carlos Andrés
Pérez, Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Ménem, Berlusconi o Aznar, tanto
monta, monta tanto. Sean neoconservadores, democristianos,
socialdemócratas, progresistas o de centro, fue su anticomunismo y la
lucha contra el imperio del mal en tiempos de guerra fría su punto de
unión. La caída del muro de Berlín simbolizó el triunfo ideológico
y político de una generación anti-comunista. Sin embargo, con el
transcurrir del tiempo, el anticomunismo se ha transformado en el gran
escudo que encubre el fracaso del neoliberalismo. Se trata de alquimia
pura. Convierten plomo en oro.

Si el anticomunismo modificó el itinerario del pensar y actuar de las
sociedades occidentales, el neoliberalismo destruye ideas, gobiernos,
instituciones, organizaciones y personas cuyo ideario socialista afecte
la refundación neo-oligárquica del poder y ponga en cuestión el
orden cultural del capitalismo occidental. La lucha se realiza en todos
los frentes. No hay distingos. El proceso es complejo. Se trató de
evitar el triunfo de la izquierda a cualquier precio. Golpes de Estado,
guerras, procesos desestabilizadores, bloqueos, invasiones, asesinatos
políticos. Sin olvidar la ilegalización de partidos, las torturas,
los encarcelamientos, los acuerdos con la mafia, el cohecho, la
corrupción. El mundo entero. Asia, Africa, Europa del este, América
latina y Oceanía. Mientras tanto la Europa comunitaria, los países de
la OTAN y los aliados estratégicos, se emplean a fondo en las
transformaciones. El proceso de cambio social se renombra bajo el
apelativo genérico de modernización del estado y liberalización
económica. El proyecto se construye descalificando la izquierda
política y social, a los sindicatos obreros, a los intelectuales y
desahuciando el centro de producción del conocimiento y el debate
teórico: a las universidades públicas, ahogandolas financieramente.

Pero todo tiene solución. Si la realidad es tozuda, se modifica
estadísticamente. Datos manipulados y cifras macroeconómicas avalan
el modelo. El cómo lo hacen es simple. Quienes buscan empleo por
primera vez nunca han estado empleados, por ello no pueden estar en las
listas del desempleo. Las triquiñuelas son muchas. La sociología
estadística aporta los argumentos de la mentira. Pero la población se
muere de hambre, la sanidad se privatiza y los servicios sociales
disminuyen. Los neoliberales deberían aplicarse el cuento. Al igual
que criticaron con vehemencia el comunismo por no cumplir con el
principio de unidad entre teoría y práctica, deberían ser coherentes
y concluir que tras 500 años de capitalismo en sus diferentes
modalidades, incluido el neoliberalismo, su doctrina es un fracaso, ya
que no hay congruencia entre su teoría y su practica. Con el agravante
que lo existente en los países del Este no era por definición ni
comunismo ni socialismo. Cuestión que no sucede con el capitalismo. ya
que sus hacedores no reniegan de éste. Por el contrario, están
orgullosos de sus logros.